¿Qué es la noche oscura?
Es un texto escrito por Gustavo Fernández que te puede
ayudar mucho, particularmente cuando llevas ya bastante tiempo sintiéndote
confundido y desequilibrado a pesar de haber recorrido ya una larga trayectoria
espiritual. También sirve para cuando estás a punto de perder la fe o ya la has
perdido... Simplemente quédate con la esencia, cambia los detalles y
particularidades de la vida del autor por los tuyos propios, y dale las gracias
a tus guías ya que ellos te aman profundamente y te han conducido hacia este
mensaje en estos momentos cruciales de tu camino.
LA NOCHE OSCURA
Hay un tipo de
"malestar" que prevalece entre las personas que van progresando en el
sendero del desarrollo espiritual o místico, y cuyas vidas son "vívidas e
intensas". Muchos estudiantes que han hecho algún progreso en el sendero
del desarrollo espiritual y místico han comentado que a medida que sus vidas se
hacen más en armonía con los principios espirituales y místicos de la
existencia que nos rodea, tanto más intensas y más vívidas son sus reacciones
tanto a las alegrías como a los dolores de la vida. Es expresión común del
estudiante de misticismo verdaderamente serio y devoto el decir que una de las
primeras y más notables manifestaciones de que está ocurriendo un cambio en
nuestro interior, es la de una apreciación más aguda, una comprensión más llena
de simpatía, de los dolores y tristezas de la existencia humana, y al mismo
tiempo también de las alegrías y cosas más ligeras de la vida (...)
Esas personas viven
una plenitud de vida, en sentido extraordinario y mental. Esas personas oscilan
como un péndulo, desde el grado extremo del dolor hasta el grado extremo de la
felicidad. Fácilmente se las conmueve y se las lleva desde un plano o un grado
de reacción emocional hasta otro. Esto se debe a que su vida interior es
verdaderamente vívida e intensa, y está llena con toda la plenitud de la
experiencia del alma.
Pero también hay que
llamar la atención acerca de algo que ordinariamente se conserva en secreto entre
los que han progresado en el Sendero. Aquella parte inevitable del viaje del
místico, cuando el sol parece que se oculta y que el día termina, y los pasos
del estudiante lo llevan gradualmente hacia la noche, al progresar en el
Sendero. Este período de sombras profundas ha recibido diversos nombres, que en
el lenguaje de los místicos se lo llama "la noche oscura". Entre los
que no son cristianos, especialmente entre los orientales, este periodo se
conoce con el nombre de viaje a través de las sombras. En la mayor parte de los
documentos Rosacruces se la llama la Noche Oscura. Es cierto que este periodo
dura a veces varios meses, y hasta un año. A este periodo es que puede
aplicársele el término malestar.
Sin embargo, es
característico que, ya sea de larga o corta duración, pocos estudiantes, si es
que los hay, pasan a través de él sin quejarse, y ningún consuelo o seguridad
que les dé otra persona, sirve de nada para el que sufre. Resulta imposible
convencer al estudiante que, en el fondo, todo va a salir bien. . . ¿Existe
alguien cuya vida interna haya alcanzado un grado apreciable de desarrollo y
que no haya experimentado ese vacío, esa muerte interna, que acaba con el
atractivo de todas aquellas cosas que, ordinariamente, consideramos como las
más valiosas y dignas? . . . Sin embargo, de una manera o de otra, el verdadero
discípulo lucha vigorosamente, a través de estos periodos de oscuridad
interior, sin perder completamente el contacto con una certeza interna de que
está en el camino verdadero; de que, sea cual fuere la apatía y hasta la
aversión que sienta en lo profundo de su corazón, él sabe que las sombras que
caen sobre él proceden de afuera.
Aquí está, en verdad,
el punto esencial que merece la consideración constante del alumno. Nuestra
experiencia al ayudar a cientos de alumnos en el sendero, durante esta época
crítica, nos indica que debemos tratar de dar confianza continua al discípulo y
asegurarle de que la mayor parte de esa sombra no procede de condiciones
interiores. Y aún en muchos casos en que existe la creencia de que la sombra
proviene del exterior, hay a veces también una creencia de que las sombras y la
oscuridad proceden de alguna fuente del mal que está dirigida personalmente
contra el bienestar del discípulo. Es en este punto del viaje del discípulo en
el sendero en que fácilmente cae en la tentación de considerar demasiado y a
veces exageradamente la posible existencia de los poderes imaginarios que se
atribuyen a la magia negra.
Para la buena guía
del discípulo es necesario hacerle comprender que las tinieblas obedecen a un
principio cósmico y que son buenas en su intención y en su propósito, y que
verdaderamente son una experiencia que el discípulo tiene que pasar como parte
de su iniciación y desarrollo.
Durante este periodo
de la Noche Oscura, hay algo de inquietud, de duda y de lucubraciones. A veces
la mente se hace indiferente a todo lo que es místico, espiritual y oculto[1],
mientras que en otros momentos la mente parecer ser agudamente analítica y
crítica, y parece que hallara razones vivamente coloreadas y artificialmente
inspiradas para dudar de la sinceridad y valor y beneficios de cualquier curso
de estudio espiritual y místico. Hasta los propios instructores que han sido la inspiración del
estudiante, aparecen de pronto en la mente del discípulo como personas dudosas;
el estudiante duda de los buenos motivos de aquellos; la amistad parece tener
menos valor que antes. Viene también una sensación de depresión, de soledad y
de inferioridad, o pudiera también surgir bruscamente la figura grotesca de la
superioridad, con su ego altamente exagerado, tratando de proclamar sus super cualidades y su indudable derecho a mirar con desdén todo lo que se ha aprendido y a
desdeñar también a todos aquéllos que son guías y directores en el Sendero.
PARALIZACIÓN
Es durante este
periodo cuando muchos discípulos arbitrariamente detienen su progreso, hacen un
alto a un lado del sendero, tratan de establecer contacto con otros que también
se han detenido y que viven en las sombras, y hallan allí la confirmación de
sus dudas y falsas creencias en la experiencia de los demás, llegan a
conclusiones erradas que les hacen ver falsamente que su actitud de ese momento
es correcta, renuncian a todo contacto que tienda a elevarlos, abandonan los
estudios y se entregan a las tinieblas más profundas de la negra noche del
pesimismo. Hay algunos que hallan lo que ellos creen que es un descanso de ese
malestar, adoptando esta actitud contraria y abandonando su camino. Esos creen
que han salido de una situación deplorable y que han alcanzado la libertad. Al
renunciar a sus estudios y apartarse de su escuela de pensamiento y ayuda,
alardean de que quieren ser almas libres y de que ya no pueden hallar la
felicidad y la paz en estar asociados y en entregarse a estudios minuciosamente
prescritos.
Parece que el
momentáneo efecto del cambio que arbitrariamente producen en su vida los lleva
erradamente a creer que se han libertado de cadenas y que han roto los lazos
que los unían como esclavos, pero nosotros sabemos muy bien que a esta falsa
interpretación sigue rápidamente un grado mayor todavía de pesimismo, de
inquietud, y que el estado siguiente inspira profunda lástima. Es entonces
cuando llega, en verdad, el momento de probar la vanidad del hombre y de probar
su ego exagerado.
(...) Sin embargo,
todos aquellos que permanecen firmes en el sendero, ven que la Noche Oscura
conduce al alba maravillosa que está más allá de la frontera. Éste, y no otro,
es el despertar de la Luz Interior. No hay técnicas. No hay herramientas. Sólo Voluntad
Suprema y Fe, que es aquí la convicción del inconsciente. Parece que de acuerdo
con la resolución, la sinceridad y la devoción del discípulo, así las horas de
la Noche Oscura se acortan y terminan. Solo aquellos que permanecen firmes
llegan a comprender que durante este paso de la noche una de las mayores
batallas del yo personal se libra y se gana.
UNA ADVERTENCIA
Que sirva esto de
advertencia a los estudiantes, sean jóvenes o viejos, sean nuevos o no en el
sendero: a medida que viajamos por el camino de la vida es natural que
esperemos que en nuestro camino de desarrollo llegue un momento en que el
primer día de viaje termine y el sol se ponga durante un rato y las tinieblas
nocturnas oscurezcan la vía y llenen de tinieblas nuestra vista. No hay mayor
razón para que el discípulo abandone su carrera en esta época, de la que habría
para abandonar la existencia terrenal cuando las sombras del cielo se hacen más
tupidas y el final del día trae la oscuridad para la vista mundana. Porque, así
como los tentadores y agentes del mal se reúnen y residen en los sitios
tenebrosos de la noche de nuestra jornada mundana, así también los tentadores
invisibles y los agentes esotéricos del mal residen en las sombras de la noche
espiritual.
Allí tratan de atraer al devoto y apartarlo del Sendero e inducirlo
a tomar sendas extraviadas; lo impulsan a abandonar su camino directo;
influencian su pensamiento y su juicio; ofrecen una engañosa luz brillante, la
cual aseguran que brilla más que el mismo día; hablan arteramente de la
libertad del alma; sugieren que la vía independiente, la nueva vía, el camino
abierto, virgen, inexplorado, a través de un país imaginario y de maravillas
nunca descubiertas, será la más rica de las recompensas; señalan las pruebas y
tribulaciones que ya se han soportado y las convierten en montañas; esparcen
las palabras de la duda con respecto a la sinceridad y bondad de quienes son
sus compañeros y guías; comentan los fracasos que el estudiante ha tenido y
fomentan las pequeñas vacilaciones que haya podido tener en su mente, y las
agrandan a tamaños enormes. Pero nunca explican por qué si son emisarios que
traen grandes recompensas y grandes beneficios, viven sólo entre las sombras.
Jamás explican por qué no se les encuentra entre la luz de la vida, entre la
luz del sendero.
Ellos no se nos presentan como si fueran parte de la sombra,
pero dejan que descubramos esto por nosotros mismos, después que nos hayamos
unido a ellos en su labor de crear desgracia, infelicidad y descontento. Por
esta razón nuestros ojos deben estar atentos, esperando la aurora que está más
allá de la noche, y nuestros oídos y nuestro corazón deben escuchar la voz de
quienes entonan sus cantos inspirados durante el día, a la gloriosa luz que
precede a esa falsa y siempre oscura noche.
[1] Cito mi
experiencia personal: allá por 1980 tuve una, digamos, 'crisis existencial'.
Quise desvincularme para siempre de todo lo esotérico y volcarme a actividades
más mundanas, habida cuenta que –según mi parcial, inmadura y primitiva
concepción de entonces- estas 'aficiones' sólo habían traído sinsabores a mi
vida. Regalé o vendí casi todos mis libros –casi un millar- arrojé a los
desperdicios decenas de carpetas con fichas, recortes de periódicos y revistas,
fotografías, apuntes laboriosamente colectados desde siete intensos años
anteriores. Destruí mis agendas y cuadernos de notas de campo. Y puse todo mi
esfuerzo en otra profesión más mundana. A los tres meses, me permití la
'licencia' de asistir a una conferencia de estas temáticas, total, qué 'daño'
podría hacerme. Poco después, por qué no, compré un libro para leer en el
diario transporte. Cuatro meses más tarde -no había transcurrido ni siquiera un
'año sabático' estaba de lleno inmerso en estas disciplinas, claro que un tanto
descapitalizado informativamente. Hoy advierto que atravesé la Noche Oscura y
no me quejo: conozco a decenas de colegas y condiscípulos de entonces que jamás
volvieron a dedicarse a esto (Gustavo Fernández)
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