Cada
especie que habita este mundo, sin excepción, está inserto en una espiral de
evolución constante. Cada organismo viviente, a través del tiempo, va
evolucionando su código genético, el cual lo entrega a las generaciones futuras
para que estos continúen elaborándolo y perfeccionándolo constantemente.
Como se
puede apreciar, para que esta evolución sea posible, es importante el trabajo
que realice cada parte individual de este colectivo. Cada ser es importante
para la evolución de su especie. No existen los seres prescindibles ya que
todos componen el TODO en su especie e influyen en el resultado evolutivo
final.
Hay que comprender que cada individuo está unido al resto, como una única
conciencia, como un único ser. No existen divisiones que se puedan hacer, ni de
raza o color de piel, ni de clases sociales, ni de ningún tipo. Puedes tomar a
un individuo y alejarlo del resto, pero aun así este influenciará el resultado
final evolutivo del colectivo.
Pon mucha atención, abre tu mente y permite que estas palabras lleguen a tu
espíritu. Todos somos UNO, UN solo SER, UNA sola CONCIENCIA, UN solo ESPÍRITU
que se mueve en todo lo creado. No hay divisiones ni separaciones, salvo las
que tú decidas experimentar bajo tu libre albedrío, las que tú decidas percibir
en tu conciencia.
Llegamos a
este plano con el objetivo de evolucionar, de experimentar dentro de un cuerpo
de gran densidad. Esta densidad permite que tengamos lo que se conoce como una
“encarnación enfocada”, mediante la cual podemos experimentar con mayor
profundidad todas las experiencias. Este tipo de evolución solo es posible
olvidando esa unión con el todo.
A medida
que el ser adquiere experiencias que le permiten desarrollarse, va tomando
conciencia de su unión con el TODO hasta lograr superar el “velo del olvido”,
consiguiendo lo que se conoce como iluminación espiritual.
¿Pero que
significa evolucionar o tener más conciencia? Significa darse cuenta de la
realidad en toda su dimensión. A medida que vamos siendo más concientes, nos
vamos dando cuenta de las diferentes dimensiones de cada situación, de su
realidad completa y la complejidad que esta contrae. Además, aunque se escuche
contradictorio, nos vamos volviendo más simples debido a la comprensión que se
logra sobre los procesos y ritmos que tiene el macrocosmos (universo) y
microcosmos (el individuo).
Al
comprender realmente estos ciclos y el como influir en ellos, el individuo no
necesita realizar complejas reflexiones al respecto. El solo ACTÚA y se MUEVE a
través de la vida, respetando cada ritmo y movimiento, armonizando su
microcosmos con el macrocosmos como una sola danza cósmica en perfecta armonía.
Una forma para
que te ayudes a tomar conciencia de tus propios procesos, es comenzar a observar
tu respiración. Observa su duración y profundidad. A través de la respiración,
nos vamos uniendo con el macro cosmos. Todo nuestro entorno contiene energía,
que se conoce también como PRANA o CHI. A medida que respiramos, vamos
ingresando esta energía a nuestro ser, nutriéndonos en todos los sentidos:
físico, emocional, mental y espiritual.
Por lo
general, las personas poseen una respiración rápida y poco profunda. Además
solo ingresan el aire hasta su pecho para luego expulsarlo del cuerpo. Esto no
es suficiente para ingresar la energía que necesitas para vivir, moverte,
pensar y sentir. Menos alcanzará para que tomes conciencia de tus procesos y de
tu entorno. Para ello es necesario que comiences a cambiar tu forma de respirar
y verás como cambia tu conciencia a medida que pasa el tiempo.
Lo primero
es tomar conciencia de tu respiración. Observa su velocidad y profundidad. Lleva
la cuenta de cuantos segundos te toma ingresar el aire a tus pulmones y
expulsarlo desde tu cuerpo. Además Observa hasta donde llega el aire que
inhalas, si llenas solo tu pecho, o permites que el aire llene tu abdomen.
Lo segundo
es comenzar a respirar concientemente. Cuando inhales, ingresa el aire en 3
segundos, retenlos 3 segundos, exhala en 3 segundos y mantente sin aire por 3
segundos. Este ciclo repítelo 9 veces. Esto te servirá para tomar un ritmo en
tu respiración y acostumbrarte a realizarlo conciente. Procura que el aire
llene tu abdomen y llegue inclusive hasta tu pelvis. Ocupa toda tu capacidad
para almacenar este aire en tu cuerpo. Al exhalar, expulsa todo el aire hasta
que quedes vacío y mantente en ese estado unos momentos antes de iniciar una
nueva inhalación.
Después de
acostumbrarse a este ritmo, ve aumentando el tiempo de duración, pero siempre
cada parte debe durar igual que las otras, o sea la inhalación, retención,
exhalación y el estar vacío, deben de realizarse en la misma cantidad de
segundos. Trata de que los tiempos que manejes sean cómodos para ti, no los
fuerces demasiado. Acostúmbrate a una cantidad de segundos antes de
aumentarlos.
Súmale
ahora la intención al ejercicio. Percibe o visualiza el como ingresa la energía
a tu cuerpo al inhalar. Luego retiene el aire y siente como este prana va a
cada parte de tu cuerpo nutriéndolo y sanándolo. Exhala el aire y siente como
se elimina toda la energía que era nociva para ti, elimina el estrés y la
enfermedad. Mantente sin aire y siente como se irradia hacia toda tu aura la
energía luminosa que ingresaste a tu cuerpo.
Haz cada
día este ejercicio, por la mañana y por la noche o cuantas veces tú quieras, y
notaras como la percepción de la vida cambia y te vuelves más consciente de tu
realidad y de la que te rodea.
Bendiciones a tod@s!
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